Uno de los mejores jardineros centrales que ha dado el beisbol Mexicano tanto en verano como en invierno
Ciudad de México (diablos.com.mx) 24 de enero.- Ramón “Diablo” Montoya, un jardinero estelar tanto en la pelota de verano como en invierno, falleció la mañana de este miércoles a los 78 años de edad marcando el luto en el beisbol Mexicano donde tuvo una carrera exitosa.
En el barrio donde nació en Mexicali, ya le decían «Diablo», sin saber que con el tiempo se convertiría en el jardinero central más espectacular de su época, precisamente con los «Diablos» de la Liga Mexicana.
Ramón Montoya, fue un destacado jugador amateur. Los buscadores no lo podían convencer para que se convirtiera en profesional. Para él lo máximo era ser seleccionado para representar a su entidad y a México en los diferentes eventos internacionales. Pero al mismo tiempo, deseaba probar suerte en el beisbol profesional.
Firmó para la organización de Kansas City, después de haberlo observado en la serie mundial amateur celebrada en Costa Rica. Lo opcionaron al México, pero para no perder su calidad de amateur, decidió firmar con la organización de los Diablos Rojos, pero con el nombre de RODOLFO MONTOYA.
En 1961, utilizando ese nombre, participó en 8 juegos conectando 7 hits en 25 veces al bat, para un promedio de .280. Así nació la leyenda de la pradera central de los escarlatas. A partir de 1962 se dio de alta con su verdadero nombre: Ramón Montoya Lerma.
Su espectacular forma de jugar estrellándose contra la barda en busca de realizar la atrapada sensacional, hacía honor al mote de «Diablo.» Fueron varias las ocasiones en que los aficionados lo aplaudieron puestos de pie al verlo abandonar en camilla el terreno de juego, después de chocar brutalmente contra la cerca en busca de un batazo.
Tenía demasiadas cualidades defensivas: cubría mucho terreno en la anchurosa pradera central del parque del Seguro Social; atacaba muy bien los batazos hacia adelante y su potente brazo evitaba el avance de corredores; su especialidad consistía en atrapar la bola que pretendía pasar por encima de su cabeza.
Daba la espalda a home con su número 32 y emprendía espectacular carrera para realizar atrapadas electrizantes.
Era el tipo de jugador que nace con ángel. Les caía bien a los exigentes aficionados rojos. En su primera temporada como regular participó en 125 juegos, promediando con el bat .266, pero lo más importante fue que en la tribuna se empezaba a forjar un ídolo.
En la caja de bateo era muy habilidoso para conectar la pelota. No tenía poder, pero regaba imparables por todos los rumbos del parque. En diez temporadas su promedio fue muy superior a los .300 de porcentaje.
En 1964 probó suerte en el beisbol de los Estados Unidos, con el equipo El Paso, de la Liga de Texas. Participó en 90 juegos, pero una lesión en la clavícula lo envió de regreso a la Liga Mexicana.
Fue parte importante en 4 campeonatos de sus queridos Diablos. En 1968 con Tomás Herrera de manager; 1973, Wilfredo Calviño; 1974 y 76 con Benjamín «Cananea» Reyes.
Los Diablos Rojos fueron su único equipo en la Liga Mexicana. Su promedio al bat después de jugar 1498 encuentros fue de .316. Se retiró en 1976, pero regresó en 1983 para participar en 4 juegos y recibir un gran homenaje.
Al retirarse como jugador activo, siguió como instructor y coach de los Diablos. Se le mencionaba como el sucesor de «Cananea». Ingreso al Salón de la Fama el 13 de Julio de 1990.
En los últimos años, fue parte del staff de coaches e instructores que forman y pulen el talento de los prospectos que asisten a la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú.
Este 24 de enero don Ramón «el Diablo» Montoya se une al equipo celestial. Descanse en paz y elevemos una oración en su memoria.