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Si hubo un mensaje claro que emergió de la recién completada Copa Mundial de Béisbol Femenino en Viera, Florida, es que la mayoría de las jóvenes que juegan pelota eventualmente quieren convertirse en mujeres que juegan béisbol.
Alrededor del mundo, se están doblando esfuerzos para que eso suceda. Pero falta mucho camino por recorrer y mucho tiene que pasar, tanto desde el punto de vista económico como en otros aspectos. Muchas niñas crecen jugando béisbol, algunas veces junto a los niños, otras en equipos de puras chicas. Pero cuando crecen, cerca de empezar la preparatoria o la universidad, se cambian a softbol. No es porque quieran, necesariamente, sino porque es el único camino disponible.
A juzgar por el extraordinario grupo de jugadoras que se vieron en la Copa Mundial de Béisbol Femenino, ¿de verdad es esto necesario?
«Yo estaba en esa edad en la que dejé de jugar con los varones y básicamente me cansé», dijo Brittany Schutte, lanzadora de los Estados Unidos. «Quería ir a una ciudad grande y alejarme de mi casa, así que la oportunidad para mí fue el softbol».
Schutte, oriunda de California que creció jugando béisbol, fue receptora del equipo de béisbol de la Universidad de Florida.
¿Y si Schutte hubiese tenido la misma oportunidad, pero jugando béisbol?
«No lo hubiese pensando dos veces», aseguró Schutte. «Me hubiese quedado jugando béisbol, seguro».
Ahí es donde entran las diferencias entre unas selecciones y otras. Japón, una verdadera potencia del béisbol femenino, dominó la Copa del Mundo, como se esperaba. Ayami Sato, la mejor lanzadora del planeta, cumplió con las expectativas durante el torneo ganando su tercer premio consecutivo como Jugadora Más Valiosa.
Sato, cuyo equipo ganó el título mundial por sexta ocasión corrida, lanza a 80 millas por hora con una tremenda curva y un slider que pocas pueden tocar.
¿El dato menos sorpresivo sobre la estelar de 28 años? Lanzó en la universidad, gracias a una beca deportiva.
Eso es algo común en Japón, donde cerca de 20,000 mujeres juegan béisbol. Treinta escuelas preparatorias ofrecen programas de béisbol para chicas. Ocho universidades tienen equipos de béisbol femenino, con la posibilidad de recibir ayuda económica.
Es mucho más fácil para las jugadoras japonesas alcanzar el nivel de estrella en el béisbol internacional que para mujeres de otros países, simplemente porque en Japón se desarrolla el béisbol femenino, igual que el béisbol masculino en los Estados Unidos: juegan en la universidad, y si su talento lo permite, luego pasan al béisbol profesional.
Aunque es poco probable que la mayoría de los países que participan en las competencias de béisbol internacional alcance ese nivel de desarrollo, se están haciendo esfuerzos para que el juego se haga más popular entre las mujeres.
En los Estados Unidos, Major League Baseball se ha asociado con cada programa posible de béisbol juvenil en el país y se ha comprometido a aumentar el interés en el deporte. Ha sido anfitrión de dos eventos importantes para chicas que juegan pelota – la Breakthrough Series en el histórico Dodgertown in Vero Beach, Florida, un campamento de desarrollo de cuatro días para jugadoras amateur, y la Trailblazer Series en Compton, California, un torneo de béisbol para niñas de 11 a 13 años. Ambos son patrocinados por MLB y USA Baseball.
En Venezuela, donde los problemas políticos y económicos han trabado el desarrollo del béisbol femenino en los últimos años, hay quienes han empezado a trabajar para construir mejores bases para que las mujeres puedan jugar.
La federación de Venezuela, FEVEBEISBOL, está trabajando en un proyecto con escuelas para atraer talento para futuros equipos de mujeres. Además, se están preparando para empezar un programa de alto rendimiento y un programa de entrenamiento para jugadoras y coaches.
También hay planes de lanzar nuevamente la Liga Venezolana de Béisbol Femenino, compuesta por cuatro equipos con las mejores 80 jugadoras del país.
Cuba lleva el béisbol y la educación de la mano, empezando cuando las niñas son muy jóvenes y están empezando a jugar pelota. El sistema está compuesto por cuatro categorías: educación, salud, deporte y cultura.
En Cuba, niñas y niños de primaria y preparatoria compiten en eventos en todos los deportes. Tienen un campeonato nacional que incluye todas las provincias, y los jugadores siguen compitiendo incluso después de que se gradúan. La continuidad es algo importante para Cuba, pues los jugadores se convierten en maestros y coaches para los más pequeños.
En agosto de este año, equipos cubanos llevaron a cabo un tour de exhibición para promover el béisbol femenino.
Juntar la educación con el béisbol podría ser complicado en otros países. Por ahora, la falta de programas de béisbol para niñas en la preparatoria continúa siendo un problema a nivel mundial. Los países que también carecen de fondos de sus gobiernos, como es el caso de muchas naciones latinoamericanas, tienen obstáculos todavía más grandes que superar.
«Ese es uno de los principales problemas de nuestro sistema educativo», dijo José Quiles Rosas, presidente de la Federación de Béisbol de Puerto Rico. «Las niñas no pueden jugar béisbol en la preparatoria, sólo pueden jugar softbol. Tenemos que promover mejor la participación de los niños entre ocho, nueve y 10 años».
En un mundo perfecto, las niñas tendían la libertad para elegir. Es probable que de ser así, ninguna chica dejaría jamás el béisbol.
Pero podrían regresar y volver a jugar pelota. El talento visto en estas atletas sugiere que la transición no sería mayor cosa. Consideren a Schutte, por ejemplo. Años después de sus días como receptora de softbol en la universidad, estaba en el montículo en el juego por la medalla de bronce de la Copa Mundial de Béisbol Femenino, lanzando rectas en un intenso juego de extrainnings ante Canadá.
«Fue mi primer amor», dijo Schutte acerca del béisbol. «Entonces, quería volver a jugar. Si iba a terminar mi carrera deportiva de una forma en particular, quería hacerlo jugando béisbol».