“El Gordo de Oro” Falleció este martes en Hermosillo.
El exjugador Obed Plascencia Verdugo, El Gordo de Oro, falleció este martes en la ciudad de Hermosillo, dejando una gran historia en el béisbol mexicano.
El deceso se registró a las 5:00 horas de este martes, siendo acompañado por su familia. El gran beisbolista será velado y sepultado en la capital del Estado.
Obed Plascencia, nació el 19 de octubre de 1942 en Santa Rosalía, Baja California, conocido como El Gordo de Oro, fue una persona muy querida por los guaymenses y por la gente de los diferentes lugares a donde el béisbol lo llevó, incluyendo Hermosillo.
Como jugador activo permaneció durante 25 años y en general, en el béisbol profesional estuvo por 45 años, desde sus inicios en Guaymas, para de ahí “levantar el vuelo” y estar 19 temporadas con los Tigres en México.
Obed vivió sus primeros 12 años en el ambiente de las minas y los mares, de los trenes y los buques en ese continuo movimiento de máquinas y olas en Santa Rosalía, Baja California, donde ya estaba rodando la pelota sobre los diamantes de béisbol. Pero tiempos traen otros tiempos y la compañía empieza a despedirse de Santa Rosalía en el año de 1954. Obed comentó en una ocasión: “Aquel año de 1954 fue muy triste para nosotros; al suspender actividades la compañía mi familia tuvo que emigrar a Guaymas; todavía recuerdo aquella tarde cuando esperábamos con nuestras pertenencias nuestro turno para ser embarcados rumbo a Sonora y despedirnos con la más profunda tristeza del lugar donde viví los primeros 12 años de mi existencia”.
Por aquellos años Guaymas vivía una buena época; había empleo a través de las famosas Cooperativas implementadas en parte por Don Abelardo L. Rodríguez y además el mar aún producía mucho marisco, de tal forma que poco a poco la familia Plascencia Verdugo se abrió camino, como otras tantas, en la dura faena del trabajo digno y ejemplar. A los años, Obed se encontraba trabajando en una Hielería; “el hielo era muy importante porque no había cuartos refrigerados como ahora; en aquel entonces, por ejemplo, se tendía una capa de hielo triturado, luego venía otra capa del marisco, otra capa de hielo y así sucesivamente para mantener fresco y en buen estado la pesca del día; los barcos requerían de mucho hielo y los pesados lingotes teníamos que moverlos con las tijeras para llevarlos a las máquinas trituradoras… era una faena realmente agotadora pero que al final de cuentas nos permitió hacer mucho músculo con un ejercicio inevitable”, dijo en una reseña de su vida.
El béisbol empezó a interesarle al joven Obed a través de su hermano Eleazar, que practicaba este deporte en un equipo dentro de la Liga organizada entre Cooperativas, y aunque Eleazar no permitió mucho su compañía cuando iba a los juegos, pronto “el hielero” se dio maña para alinear en un club. Obed comenta: “… aprendí el béisbol ya grande; yo nunca lo jugué de pequeño… es más, tomaba el bat al revés, es decir, mi mano derecha la ponía debajo de la izquierda para hacer el swing de derecho, lo cual por supuesto todos sabemos que es una aberración; pero pronto me corrigieron esa fallita y los batazos salieron con fuerza hielera. Comencé a practicarlo en 1958 y dos años después ya estaba en un equipo de la Liga de mi hermano mayor Eleazar”.
Por aquellos años de 1960 la Liga Invernal de Sonora estaba en plena consolidación; los equipos de Hermosillo, Guaymas, Empalme y Obregón iniciaban una nueva aventura en el béisbol profesional después de la fallida Liga de la Costa del Pacífico, donde tantas luminarias de la pelota y el bat participaron, pero que la postre no pudo sostenerse por los altos salarios que devengaban y las escasas entradas en malas temporadas de los clubes participantes tanto de Sinaloa como de Sonora. En el transcurso del partido, un sigiloso automóvil de la Policía Federal de Caminos se hizo presente en el partido a corta distancia según Obed: “… todos nos miramos con cierto recelo… ¿a quién andarán buscando?… ¿Qué haría el delincuente?… ¿estará aquí en el juego?. Pronto las preguntas tendrían respuesta. Al terminar el juego, que perdimos por cierto, se nos acercó el Comandante Sr. Don Guillermo Lozano y nos dijo: -tú Vicente (Romo), Obed (Plascencia), René (Alvarez) y Angel (Montaño), pasen mañana al Estadio para entrevistarse con Manuel Magallón”. Resultó ser que el Sr. Lozano era accionista del club Ostioneros de Guaymas y andaba reclutando jugadores para complementar el Club; la noticia llenó de alegría a aquellos jovencitos que nunca se imaginaron que el béisbol de paga les tocaría la puerta.
Los cuatro muchachos se hicieron presentes en el Estadio acudiendo al “llamado del Diamante” a temprana hora y tímidamente entraron por una pequeña puerta de atrás del Abelardo L. Rodríguez; de lejos empezaron a ver el entrenamiento; “nos recargamos en la barda con los guantes en el brazo y empezamos a dudar si entrábamos o nó… entra tú… no tú primero… no nos la creíamos pues… Al final nos dimos valor los cuatro y poco a poco nos fuimos acercando hasta que Magallón nos gritó: – ¡a ver Ustedes… que están haciendo ahí… vénganse para acá pues… póngase a calentar… ahorita los llamo!”…. Nos reímos… nos vimos las caras… tomamos el guante y rápidamente pedimos las pelotas… ¡habíamos entrado al béisbol profesional… así de fácil”. Obed Plascencia se mantendría como excelente jugador y aún de manager por 48 años (al 2008) y Vicente Romo es comparado con las estrellas más brillantes del pitcheo mexicano y al decir de muchos, con la categoría de ser “el mejor” en el béisbol moderno y aún pisa los Estadios de la Liga en calidad de auxiliar.
Pronto llegaría el primer juego, el del debut para los jovencitos que empezaban la difícil carrera de beisbolista. “Recuerdo que nos tocó debutar tanto a Romo como a mí en el mismo juego allá en Empalme; el tercera base de Guaymas era Armando Murillo y de pronto salió lastimado de un tobillo siendo retirado del encuentro, dándome la instrucción Magallón de que tomara la tercera base. Con Romo sucedió lo mismo ya que él entró sustituyendo a Emilio Ferrer, el abridor del juego, al ser tocado por un fuerte batazo. Así es como iniciamos los dos este largo camino de pelotero”.
Obed Plascencia pertenece al selecto grupo de peloteros que se formaron en la década de los años 60´s, época en la que brillaron Héctor Espino, Ronnie Camacho, José Peña y tantos otros elementos que contribuyeron a consolidar al Rey de los Deportes en nuestro país.