Joe Morgan habla sobre el caso de la reyerta entre Azulejos y Rangers con castigo a quien las incumplen
NUEVA YORK – (Ronald Blum / Associated Press). Joe Morgan, miembro del Salón de la Fama, sabe que durante más de un siglo los peloteros han impuesto reglas no escritas y se han encargado de castigar a quien consideran que las incumple. Y, le guste o no a alguien, eso fue lo que ocurrió de nuevo el domingo.
Siete meses después de que José Bautista alardeó lanzando su bate tras conectar un jonrón ante Texas en los playoffs de la Liga Americana, los Rangers le propinaron un pelotazo. El dominicano respondió deslizándose de forma agresiva en la intermedia y todo desembocó en una riña.
«Si estás dispuesto a mostrarle algo al otro equipo haciendo eso, tienes que estar dispuesto a enfrentar las consecuencias», dijo el lunes Morgan, de 72 años.
Seguramente las Grandes Ligas impondrán castigos el martes por la trifulca que derivó en seis expulsiones durante el encuentro que Toronto perdió por 7-6. En total, hubo ocho expulsados en ese partido.
Era el último juego de la temporada regular entre ambos clubes. Bautista enfrentaba a los Rangers por última ocasión cuando el novato Matt Bush abrió el octavo inning golpeándolo con una recta a 96 millas por hora. La pelota dio en el brazo izquierdo de Bautista y luego rebotó hacia uno de sus muslos.
El umpire del plato Dan Iassogna lanzó una advertencia a ambas bancas, y Justin Smoakconectó un rodado a la antesala con un out. Bautista se deslizó de forma agresiva y tardía, hacia la pierna derecha del intermedista venezolano Rougned Odor, más de dos metros delante de la almohadilla.
Odor empujó a Bautista con ambas manos y luego le conectó un puñetazo al maxilar. La cabeza del dominicano se desplazó bruscamente hacia un lado, con lo que salieron volando su casco y sus gafas oscuras.
Se vaciaron las cuevas y los bullpens.
Nueve minutos después, cuando se restableció el orden, los umpires determinaron que Smoak había bateado una roleta para doble matanza, y el inning concluyó. Fueron expulsados Bautista, Odor, el antesalista de Toronto Josh Donaldson y Steve Buechele, asistente del manager de Texas.
Los umpires echaron también al manager de los Azulejos, John Gibbons y al coach de la inicial Tim Leipner.
Al siguiente lanzamiento, Jesse Chávez golpeó a Prince Fielder en un muslo, lo que derivó en la expulsión del relevista y de otro coach.
La tensión se había acumulado desde el 14 de octubre, cuando Bautista rompió el empate mediante un jonrón de tres carreras frente a Sam Dyson, en el quinto juego de la serie de división. El quisqueyano se quedó mirando la pelota durante un instante y luego lanzó su bate hacia arriba, haciéndolo girar en el aire.
En aquella ocasión, las bancas se vaciaron y hubo empujones entre los jugadores.
«Los peloteros marcan la pauta de estas cosas», explicó Jim Leyland, ex manager de las mayores. «¿Dónde colocan los límites? ¿Los excedió Bautista? No lo sé».
Leyland rememoró una era diferente.
«He visto películas en blanco y negro, en las que Babe Ruth pasa por segunda, se quita la gorra y la agita para agradecer al público. ¿Era eso tan ofensivo?», preguntó.
Texas no se vengó sino hasta el sétimo enfrentamiento entre los equipos esta campaña
«Me parece bastante cobarde de su parte esperar hasta mi último turno para hacer eso en toda la serie», comentó Bautista. «Pudieron haberlo hecho de inmediato si querían enviar un mensaje. Esto muestra un poco más cuál es su categoría».
La pelea abrió un debate en todo el béisbol.
«Odor también bajó mucho su brazo en esa jugada, posiblemente para golpear en la cara a @aJoeyBats19», tuiteó Torii Hunter, jardinero retirado.
«A uno le enseñan a lanzar abajo, para que el corredor que viene no se levante demasiado», respondió el lanzador de Detroit, Justin Verlander.
Goose Gossage, pitcher integrante del Salón de la Fama, criticó hace un par de meses a Bautista por aquel gesto. El comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, respondió diciendo, «es mejor que nuestros jóvenes peloteros tomen control de la definición de las reglas no escritas, y no que lo haga un tipo de 67 años, quien dice que lo hacía de cierta forma y que hay que seguir haciéndolo así».
«Pero los distintos grupos que participan en el terreno tendrán que trabajar para encontrar un punto intermedio», añadió Manfred.