Cachorros llegan a una serie mundial después de 71 años esperando romper esa maldición
(Mundo Deportivo). Los Chicago Cubs no ganan el título de la Liga profesional de béisbol desde 1908, hace 108 años, pero ahora están más cerca que nunca tras batir en la final de la National League a Los Angeles Dodgers por 4 victorias a dos. En las Series Mundiales, las primeras que disputan en 71 años, se medirán a los Cleveland Indians, pero ganen o pierdan los Cubs ya pueden sentirse satisfechos porque están a un solo paso de romper la legendaria Maldición de la Cabra, un ominoso juramento que les ha perseguido durante más de un siglo y que han intentado exorcizar en numerosas ocasiones, sin éxito.
La maldición tiene su pintoresco origen en 1945, cuando Billy Sianis, un ciudadano de Chicago de origen griego y propietario de la taberna Billy Goat (Billy Cabra), entró en Wrigley Field, el campo de la franquicia, dispuesto a presenciar el cuarto partido de las Series Mundiales, que medía a los Cubs con los Detroit Tigers. Como siempre, fue acompañado de su mascota, una cabra llamada Murphy.
El acre olor del animal molestó a algunos de sus vecinos de grada, que se quejaron a los responsables del estadio. Tras un tenso tira y afloja, finalmente Sianis y su acompañante de pezuña hendida fueron invitados a marcharse. Billy, muy ofendido, dejó el recinto jurando en arameo y advirtiendo: “Mi cabra trae suerte a los Cubs. Si se marcha, vamos a perder esta final y no volveremos a ganar nada nunca más”.
Según publicó el ‘Chicago Sun’ de la época, que recogía el incidente en su crónica, Billy Sianis dejó al caprino Murphy fuera del estadio, atado a un poste del aparcamiento, y regresó a su asiento. En aquella fase de la final, Chicago ganaba el playoff por 2-1. Acabó perdiendo y la Maldición de la Cabra comenzó a cobrar fuerza.
En los 71 años que han pasado desde entonces, los Cubs han estado a punto de meterse en la final en cuatro ocasiones, pero siempre ha sucedido algo que les ha dejado fuera y que ha hecho más grande la leyenda sobrenatural que les persigue, alimentada convenientemente por los columnistas especializados, que desentierran la cornamenta embrujada cada vez que tienen ocasión. En 1984 los San Diego Padres les vencieron en la final de la National League por 3-2. En 1989 cayeron ante los San Francisco Giants por 4-1. En 2003 les tumbaron los Florida Marlins por 4-3. Y en 2015, la pasada campaña, los New York Mets les trituraron por 4-0.
Los aficionados de los Cubs tomaron cartas en el asunto y llevaron a cabo varias iniciativas para desterrar el mal fario. Sam Sianis, sobrino de Billy el tabernero, fue llevado a Wrigley Field, junto a una cabra (sin parentesco con Murphy) en 1984, 1989, 1994 y 1998, coincidiendo con partidos importantes. Como no funcionó, le dieron la vuelta a la tortilla, intentando contagiar la maldición a otra franquicia: en 2003 –curiosamente el año de la cabra en el horóscopo chino- un grupo de fans de los Cubs intentaron entrar en el Minute Maid Park, estadio de los Houston Astros, con una cabra llamada Virgil Homer. Al serles denegada la entrada, como esperaban, sacaron un pergamino que llevaban lacrado y lo leyeron solemnemente ante los empleados del acceso, proclamando que la maldición quedaba revertida y que a partir de ese momento afectaría a los Astros.
Quizá no debieron hacerlo, porque el conjuro contraatacó con redoblada furia. Esa misma temporada, los Cubs jugaron de nuevo la final de la NL, esta vez contra Florida Marlins. Con 3-2 a favor en el playoff, a una sola victoria de las Series Mundiales, los Cubs ganaban por 3-0 en Wrigley Fied en la octava y penúltima entrada del sexto partido. Un bateador de los Marlins envió una bola alta y blanda al borde del límite del campo, tarea fácil para que la recogiera Moises Alou y sentenciara prácticamente el encuentro. Justo cuando estaba a centímetros de capturarla cómodamente en su guante, un adolescente aficionado de los Cubs, Steve Bartman, estiró la mano en un reflejo inconsciente, tocó la pelota y la desvió de su trayectoria, cayendo al suelo y permitiendo la carrera de los rivales. Fue un punto de inflexión del que Chicago no se recuperó, perdiendo el partido 3-8 y la eliminatoria por 3-4.
Un año más tarde, aquella bola maldita fue comprada en subasta primero y electrocutada públicamente después en un restaurante del centro de Chicago hasta reducirla a cenizas.
Los exorcismos baldíos continuaron, En 2007 apareció una cabra colgada de la estatua de Harry Caray, mítico ‘speaker’ de los Cubs. En 2008 un sacerdote ortodoxo griego roció el campo con agua bendita. En 2011 se puso en marcha una iniciativa solidaria en las redes sociales llamada ‘Reverse the Curse’ (revierte la maldición) en la que los donativos se destinaban a comprar cabras para que dotaran de leche y queso a familias sin recursos de países subdesarrollados. En 2013 alguien envió una cabeza cortada en un paquete postal a las oficinas del equipo. Y en 2015, hasta ahora el último intento, cinco aficionados locales se comieron un cabrito de 18 kg. en un tiempo récord de 13’52”.
Un último dato que no hace más que reforzar la maldición: hay una lista de casi 50 jugadores que pasaron por los Cubs y no ganaron nada y que cuando se marcharon a oras franquicias se convirtieron en campeones de la Major League.