A 70 AÑOS DEL DEBUT DE SATCHEL PAIGE

El novato de mas edad (42 años)  en llegar al mundo de las Grandes Ligas 

 MLB.com

El debut de Satchel Paige fue muy, muy diferente al de otros pioneros del juego en su época. Esta semana se cumplieron 70 años del día en el que Paige lanzó en su primer juego de Grandes Ligas.

Paige fue el séptimo afroamericano en la historia moderna de las Mayores. Los primeros seis fueron Jackie Robinson, Dodgers (obviamente); Larry Doby, Cleveland; Hank Thompson y Willard Brown, Carmelitas de San Luis; Dan Bankhead, Dodgers; y Roy Campanella, Dodgers. Cuatro de ellos (Robinson, Brown, Doby, Campanella) terminaron en el Salón de la Fama, pero ninguno tuvo un estreno como el de Satchel Paige. Eso es porque nadie más era Paige.

En los años previos al arribo de Robinson, la mayoría de los fanáticos de raza blanca estaba, o muy poco informada o totalmente desinformada acerca de las Ligas Negras. Incluso, los nombres más grandes de aquel circuito — Josh Gibson, Oscar Charleston, Buck Leonard y Cool Papa Bell – eran mayoritariamente invisibles en el gran mundo del béisbol.

Pero todo el mundo sabía quién era Satchel Paige. Los fanáticos de la pelota lo conocían desde hacía muchos años. Todas las revistas deportivas habían escrito historias suyas. Era una leyenda antes de haberse subido a un montículo de Grandes Ligas.

«Para mucha gente, especialmente de su raza, el ‘Viejo Satch’ era considerado el lanzador más grande de la historia», escribió el periodista deportivo Harry Grayson. «Nadie pone en duda que fue un fantástico lanzador».

Eso es verdad: Nadie lo disputa. Eso, de por sí, es algo increíble para la época. El resto de los peloteros afroamericanos tuvo que batallar contra las dudas, no sólo sobre sus habilidades físicas para jugar a la pelota, sino sobre su temperamento e instintos para el juego. Muchos jugadores, incluyendo a Bob Feller, hablaron abiertamente sobre sus reservas con respecto a la capacidad de Jackie Robinson para tener éxito en las Grandes Ligas. Numerosos periodistas escribieron columnas genéricas una y otra vez citando a scouts que decían que los jugadores negros carecían de los intangibles necesarios para triunfar en la Gran Carpa.

Pero Paige era inmune a aquellas tonterías. Puede que esto se debiese a su legendario carisma y personalidad única, aunque probablemente la razón sea que era imposible verlo lanzar y no salir asombrado. Todo el mundo le rendía pleitesía, incluyendo a jugadores de Grandes Ligas. Joe DiMaggio dijo una vez que él terminó de darse cuenta de que era capaz de jugar en las Mayores cuando le pegó un hit a Paige en un juego de exhibición.

«Yo sé quién es el mejor lanzador que he visto en mi vida, y es el viejo Satchel Paige», contó una vez Dizzy Dean, miembro del Salón de la Fama. «Mi recta parece un cambio de velocidad al lado de la bala esa que Satchel dispara al plato».

«Cuando suelta la bola parece una pelota», dijo Hack Wilson, «pero cuando llega al plato luce como una bala».

Ted Williams se refería a él como el mejor pitcher de la historia. DiMaggio también. Feller dijo que Paige era el mejor lanzador que él había visto. Bill Veeck expresó que era el mejor derecho de todos los tiempos. Para 1948, Paige era una leyenda. Nadie ponía en duda que hubiese sido capaz de ser una estrella en las Grandes Ligas.

Pero el llamado no llegaba. Y eso, según su amigo Buck O’Neil, le dolía mucho a Paige.

«Él quería esa oportunidad. De vez en cuando alguien hablaba con él y se emocionaba. Pero luego venía y me decía, ‘Buck, nunca van a firmar al Viejo Satch'».

En 1948, la mayoría creía que Paige era muy viejo para lanzar en la Gran Carpa. Él decía que tenía 40 años, pero en realidad tenía al menos 42. Y la mayoría creía que era al menos cinco años mayor.

Entonces, el 6 de julio de 1948, Cleveland puso en shock al mundo del béisbol firmando a Paige.

Veeck, el dueño de los Indios, fue claro. Cleveland estaba empatado en la cima de la Liga Americana y Veeck dijo que estuvo buscando en todas partes un cambio que pudiese ayudar al equipo. Pero al final, determinó que su mejor oportunidad era firmar a Satch. Y resulta que tuvo razón: Paige estuvo fantástico y fue clave para que los Indios ganaran el banderín.

Pero no nos engañemos: Veeck, al igual que Paige, siempre estaba tratando de publicitarse. Él no estaba seguro si a Paige le quedaba algo en el brazo. Pero sí sabía que Paige iba a llevar gente al estadio. La gente no veía la hora de observarlo hacer su debut, que finalmente ocurrió el 9 de julio, el día en el que se convirtió en primer serpentinero afroamericano en la historia de la Liga Americana. Su entrada no fue dramática. Entró para relevar a Bob Lemon con los Indios atrás 4-1 ante San Luis. Lanzó dos innings, en los que permitió dos hits y ninguna carrera, y Cleveland perdió.

Pasaron seis días para que volviera a lanzar, y cuando lo hizo desperdició una ventaja de dos carreras permitiendo un jonrón a Hank Majeski, pero de cualquier forma ganó la Tribu. Fue allí cuando encontró su nivel. En sus próximas seis presentaciones como relevista, dejó 1.42 de efectividad, lo que le permitió abrir su primer juego. Lo ganó. Lo que siguió fue una de las historias más impresionantes en los anales del béisbol.

El 13 de agosto en el Comiskey Park – en frente de más de 50,000 fanáticos-Paige lanzó una blanqueada de cinco hits. Fue un clásico ejemplo de su particular místico dominio: ponchó a uno solo, no dio boletos y no permitió extrabases. Fue una belleza de juego que además puso a Cleveland de vuelta en el prime lugar.

Siete días después, con 78,382 personas en el estadio de Cleveland, lo volvió a hacer, convirtiéndose en el lanzador de mayor edad en la historia moderna en tirar blanqueadas consecutivas.

«No importa cuánto le esté pagando Bill Veeck a Satchel Paige», escribió Joe Reichler de la agencia The Associated Press. «Sería una ganga, así le pagase el doble de eso».

En otra apertura 10 días después, Paige no blanqueó, pero permitió una sola carrera ante Washington en otra victoria para los Indios. Para ese momento tenía récord de 6-1. Era la sensación del béisbol.

Pero la historia era demasiado buena para durar. Paige perdió el empuje. Nada raro, pues tenía 42 años. Después de una mala apertura, volvió al bullpen y jugó un papel no tan crucial en el último mes de la temporada, mientras los Indios ganaban el banderín. En la Serie Mundial, lanzó dos tercios de inning en un juego perdido. Permitió un elevado de sacrificio y consiguió el otro out con un rodado.

En resumen, la temporada de Paige en 1948 fue fantástica. Un hombre de 42 años en su primera experiencia en las Mayores dejó marca de 6-1 con 2.48 de efectividad y dos blanqueadas. La revista Sporting News lo nombró Novato del Año. Todavía era un gran pitcher y seguiría lanzando por varios años más. Luego iría a Miami y luciría en las ligas menores. Entonces, en 1965, a los 58 años, regresó a las Grandes Ligas y tiró tres innings en blanco por los Atléticos de Kansas City.

Pero lo que 1948 nos mostró fue perfectamente resumido por lo que Greyson escribió el día que debutó Paige.

«Es lamentable», escribió Grayson, «que a Satchel Paige no se le haya dado una oportunidad 10 o 15 años antes».